16 Mar SUCESIÓN EN LA EMPRESA FAMILIAR
Queridos emprendedores y familias empresarias,
El propósito de continuidad es lo que da sentido a la empresa familiar. Si bien es cierto que no hay un consenso total en la definición de empresa familiar, un rasgo inherente a este tipo de organizaciones es su deseo de trascendencia intergeneracional.
La sucesión en la empresa familiar debe atenderse desde un doble prisma: sucesión en la propiedad y en la gestión.
Si hablamos de la sucesión de la propiedad, decir que la transmisión de acciones es un asunto de gran relevancia y sobre el que deben tomarse decisiones de gran trascendencia para el futuro de la empresa. La responsabilidad de las familias empresarias obliga a considerar este asunto con gran rigor, frialdad y bajo parámetros mucho más complejos y sofisticados que en entornos comunes. Por encima de otras consideraciones de índole socioemocional, en la sucesión de la propiedad debieran prevalecer las condiciones para facilitar la sostenibilidad de la empresa, en primer término, y hacerla gobernable en segunda instancia. No siempre la aplicación de medidas de equidad, tan típicas en la gestión de la familia, son recomendables en los procesos sucesorios. Por el contrario el establecimiento de medidas de sindicación de acciones o el establecimiento de protocolos para regular la compra/venta de acciones entre socios suelen ser medidas muy inteligentes en aras de la sostenibilidad y la gobernabilidad.
Respecto a la sucesión en la gestión sugerimos guiarnos por el cuadro adjunto. Mi recomendación es que el proceso se inicie sabiendo cuál es el plan estratégico de la empresa, hacia donde vamos. Entonces podremos definir el perfil del mejor capitán de barco para guiarnos en esa travesía. Una empresa familiar no deja ser, al final del día, un proyecto y unos valores compartidos. Demasiadas veces el proceso sucesorio se afronta en clave nominal. Se obvia la hoja de ruta que inexcusablemente debe ayudar a determinar el perfil ás adecuado para avanzar en la dirección determinada.
Valorar si estos perfiles se dan en la familia o no, y decidir si, en caso negativo, se está dispuesto a dejar el liderazgo de la gestión en alguien ajeno a la familia. Una vez tomada esa decisión se debe pactar un claro plan de sucesión que establezca los tiempos y pasos a dar hasta que de culmine el proceso.
Considero crítico el momento de la transición en la gestión para que todas las partes implicadas estén en el momento óptimo, si es que esto se puede organizar. El sucedido debe contar con suficiente energía para dejar la empresa en un punto álgido y el sucesor debe traer ya la preparación para que la compañía note lo menos posible el cambio en la dirección. También es relevante que, a partir de ese momento, el sucedido se retire y apoye al máximo al sucesor. Incluso con políticas gestuales como cederle su despacho o su coche de empresa. Por supuesto no inmiscuirse en su labor, sino apoyarla incondicionalmente y atender sugerencias cuando le sean pedidas. El mercado debe percibir que hay un nuevo líder al que el sucedido da todo el empowerment. En su intento de tutela, propio en las relaciones padre/hijo y aún más padre/hija, a veces el padre/sucesor no percibe que está trasladando al mercado la imagen de un sucesor aún no preparado. Esta es una postura desde lo humano comprensible pero recordemos la necesaria separación de roles entre familia y empresa que deben presidir las acciones en el manejo de este tipo de organizaciones.
En cualquier caso, este es un proceso especialmente delicado en la empresa familiar y exige altas dosis de diálogo, comunicación, rigor y profesionalidad en el proceso. Sin olvidar que la aplicación de medicina preventiva, entiéndase como tal el consenso generado a nivel familiar en torno a un plan estratégico de familia, es altamente recomendable en estas situaciones.
Visto en perspectiva, lo mejor que le puede pasar a cualquier empresa familiar es encontrar en cada proceso sucesorio un auténtico líder emprendedor. Desde el respeto a la tradición, los continuadores han de poner una enorme capacidad emprendedora en la tarea, para adaptar modelos de negocio a la realidad presente y futura. Habrá que romper paradigmas para adaptarnos mejor a la sociedad del cambio. Eso exige también un fuerte compromiso y apoyo de la familia hacia el nuevo líder y la estrategia definida para surcar nuevos mares. Por tanto, gobiernos fuertes y eficaces de negocio y familia, amén de espíritu emprendedor e innovador, son imprescindibles para facilitar la tarea de la sucesión y la continuidad. Crear atalayas para la reflexión estratégica tratando de anticipar tendencias que den respuestas a nuevas realidades o facilitar espacios para la comunicación abierta y constructiva son tareas innegociables para las familias empresarias con vocación de continuidad.
Pero además de estas cuestiones quiero también poner el foco en la relevancia de cultivar valores que ayudan a que el proyecto familiar trascienda generaciones. Empezando por trabajar todas las cuestiones que faciliten la creación de sentido de orgullo y compromiso con el negocio familiar. Si los hijos perciben que la empresa es el causante de ver poco a mamá y/o papá, mal vamos. Habrá que empezar por trabajar para que las generaciones venideras quieran a la empresa, se sientan parte de ella.
Por otro lado, hay que esforzarse en cultivar valores como la altura de miras, para pensar siempre en el bien común más allá de intereses personales, la generosidad para llegar a acuerdos o la lealtad para llevarlos a la práctica. En el triángulo altura de miras+generosidad+lealtad encontramos una extraordinaria receta para abordar los procesos sucesorios y, en sentido amplio, las grandes cuestiones de la agenda de las familias empresarias.
Quisiera acabar recordando que la vida es equilibrio y el management también. Hablando de continuidad en la empresa familiar advirtamos que ésta se facilita cuando las familias empresarias manejan con inteligente equilibrio la mezcla entre sus valores tradicionales y la innovación adaptativa.
Hasta pronto. No dejes de esforzarte por ser muy feliz que, al final del día, es lo más importante para ti y los que te rodean
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