08 Dic ORGANIZATE TUS MOMENTOS NAPOLEÓNICOS
Queridos emprendedores y familias empresarias,
La actividad emprendedora siempre tiene que estar acompañada por pensamiento estratégico. Precisamente en este post te invito a que dediques tiempo de calidad a pensar. ¡Vaya obviedad! Seguro que consideras que claro que todo el mundo piensa, y más la Gente Emprendedora. Déjame que te cuente dos historias vividas.
Encontré un día a un desolado empresario que acababa de recibir la noticia que su casi único cliente, una gran corporación multinacional, había decidido trasladar su fábrica al sudeste asiático. Además habían identificado un proveedor en la región que les proporcionaba un mejor precio. Una lástima sin duda. La compañía llevaba una larga y exitosa trayectoria que se veía abocada a un abrupto final. Pero déjame que te diga que estoy convencido que habiendo dedicado tiempo a pensar seguramente ese empresario hubiera advertido el profundo riesgo del monocliente. De modo que hubiese tomado medidas preventivas (crecer internacionalmente para dar servicio a clientes en diferentes lugares, invertir en tecnología para abaratar costes y ofrecer precios más competitivos, diversificar su actividad por aquello de los huevos y las cestas,….) que le hubieran permitido dar sostenibilidad a su negocio y a sus ingresos. La antítesis de este caso la encontramos en empresas familiares españolas del sector auxiliar del automóvil, hoy multinacionales, como Grupo Antolín o Gestamp.
En otra ocasión, una conocida me convocó con urgencia y angustia. Acababa de enviudar. Su marido, alma mater de un importante negocio, falleció de un repentino infarto. Según dramática confesión lo que aquel emprendedor dejaba a su familia era un pequeño patrimonio en comparación a todo lo reinvertido en el negocio. En el debe, una empresa con una importante carga de deuda bancaria que había que renegociar en breve, unos pasivos laborales enormes como correspondía a una plantilla de más de un millar de personas y un equipo directivo comprometido pero sin capacidad de liderazgo. Te admito que aún se me pone la piel de gallina recordando aquel tremendo trance. Pero aquellas dificultades se podían haber evitado de haber pensado a tiempo las cosas. Tras décadas de actividad, podrían haber articulado mecanismos de organización y protección del patrimonio familiar o para ir preparando la sucesión en la gestión evitando una excesiva e indeseable dependencia del fundador. De haberlo hecho, estaríamos ante el caso de un legado al que dar continuidad. No frente a una monumental fuente de problemas, que suelen acabar en severos conflictos empresariales y familiares. Más aún cuando estas circunstancias se experimentan en épocas de crisis económicas.
Puede que tú hayas experimentado en carne propia situaciones similares en las cuales ha primado la dedicación a las tareas cotidianas. Obviando ciertos asuntos trascendentes de largo plazo y calado.
Se dan situaciones de este tipo también en el ámbito personal: decisiones de pareja tomadas sin la debida reflexión y dejándote llevar por la rutina, conflictos con amigos por situaciones perfectamente evitables, malas decisiones en la educación de los hijos por falta de perspectiva de futuro,….
Es clave, por tanto, alejarte por momento de las demandas del día a día y pararte a pensar estratégicamente. Curiosamente reflexionamos más cuando vivimos un fracaso de cualquier índole. Como he tenido una ruptura de pareja, dedico tiempo a elegir mejor el retrato robot de mi próximo compañer@ de vida y a la mejora de la gestión de la relación. Como me salió mal un negocio analizo en profundidad la idoneidad del equipo, la reacción de mis competidores o las acciones de marketing y comunicación que acompañaron el lanzamiento de la actividad. Correcto. Analizar, para aprender, tras las malas pasadas que la vida nos tiene reservada a todos. No obstante, es saludable que nos apliquemos medicina preventiva. Aunque nos vaya bien no dejemos de pensar qué estamos haciendo en niveles de excelencia para darle continuidad al éxito del momento. No caigamos en la tentación, tan humana por otra parte, de pensar simplemente que me va bien porque soy el elegido de los dioses. Entonces, no cabe otra alternativa en mi vida que el triunfo. Créeme que estas cosas no pasas. Cuando menos lo esperas te puede venir una desagradable sorpresa.
La Gente Eprendedora es particularmente activa. Enseguida manos a la obra para aterrizar los sueños imaginados. Particularmente dotados para ejecutar bien lo pensado. Todo eso es bárbaro, como dicen los amigos porteños con erre larga. Pero además, tienes que construir tus momentos napoleónicos.
Napoleón tiene bien ganada fama de estratega militar. Se le deben pensamientos tan hayqueistas como el que se infiere de esta frase que se le atribuye: «Lo imposible es el fantasma de los tímidos y el refugio de los cobardes.» Pero para poder pensar estratégicamente, Bonaparte nunca bajaba al campo de batalla. Y no sólo por prudencia. Se situaba en una atalaya desde donde vislumbrar cómo se desplegaba su estrategia y, en su caso, tomar acciones correctoras sobre la marcha. Hoy en día, las superpotencias también tienen sus atalayas. Ya no en la loma cercana al teatro de las operaciones. Sino en cuarteles de estado mayor situados a miles de kilómetros de distancia del foco del conflicto. Dotados de la más sofisticadas herramientas de telecomunicaciones para poder ejercer sus funciones de definición y control de las estrategias.
Te invito a que te crees tus momentos napoleónicos, tus atalayas de reflexión estratégica. Fíjate que los asuntos que nos ocupan podemos clasificarlos en dos grandes categorías: importantes y urgentes. La tendencia natural es atender lo urgente, lo inmediato, las cosas del día a día, lo que nos de comer. Pero también habrá que ocuparse de aquello de nos dará de comer mañana y el día después de mañana. Equilibra estas dos vertientes.
Hasta pronto. No dejes de esforzarte por ser muy feliz que, al final del día, es lo más importante para ti y los que te rodean.
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