28 Jun EL DILEMA DE LAS 2 C
Queridos emprendedores,
Quiero reflexionar hoy en torno dos palabras que empiezan con C y reflejan atributos muy empleados en las gestión de personas: CONFIANZA y COMPETENCIA. Ambas pueden tener buena connotación. Ambas son complementarias muchas veces y aportan gran valor a quien reúne dichas características, ser competente y además persona de confianza. Sin duda, algo a lo que aspiramos en todos nuestros colaboradores. El problema surge cuando se confunden y eso no es infrecuente cuando se toman decisiones de recursos humanos en empresas de familia.
En ocasiones se observa que determinados cargos relevantes para la compañía están ocupados por personas que no parecen reunir los niveles de competencia exigidos para asumir con éxito tamañas responsabilidades. Eso sí, son de la entera confianza de la dirección, muy comprometidos a nivel personal con el líder incluso en límites exagerados que les llevan a covertirse en auténticos exégetas del líder/dueñ@/patrón@. Quienes hayan compartido aula conmigo recordarán en este punto la historia del “primo bandarra”, que viene perfectamente al caso que nos ocupa.
Probablemente situaciones de este tipo satisfacen el ego del líder o pueden ser una solución de corto plazo, pero demasiadas veces acaban penalizando a la empresa. Sobre todo en tiempos de dificultades, como los que vivimos, cuando los niveles de competencia demandados son máximos. Navegar con viento a favor y en contra no es lo mismo que diría Alejandro Sanz.
Resolver adecuadamente este dilema de las 2 C va a constituir otro reto importante que las familias empresarias deberán gestionar con el debido rigor en aras de la tan cacareada sostenibilidad.
Tratad de ser muy felices y espero vuestros comentarios
Iñaki
Publicada a las 18:20h, 28 junioDifícil dilema. Creo que es irresoluble sin profundizar en la palabra confianza. La palabra confianza significa que dos personas pueden (y deben) hacer y decir aquello que otras personas sine sa confianza no pueden. Por ello, en mi opinión, menor competencia sí puede verse resarcida con un buen uso de la confianza. No veo sin embargo una competencia extraordinaria, si existe desconfianza.
Quizá aquí debamos recordar el tan manido «lo mejor es enemigo de lo bueno»
Gracias por la reflexión
MANUEL BERMEJO
Publicada a las 05:29h, 29 junioIñaki, gracias por tu reflexión que comparto. Aclaro. Este post está inspirado en el análisis de varios grupos familiares que he hecho en recientes viajes por Latinoamérica en los que reafirmo una vieja tesis: a más talento, más competitiva es una organización. Si sólo entregas un puesto porque la persona «es de confianza» puedes tener problemas serios si esa persona no es lo suficientemente «competente» para asumir esa responsabilidad a satisfacción. Pero evidentemente en la contrucción de equipos la confianza es un factor clave, pero la confianza que surge de la competencia ( y en este concepto incluyo factores como preparación , experiencia, habilidades pero también honestidad o lealtad) es la más sólida y sostenible
Ivan
Publicada a las 10:21h, 01 julioCreo que la entrada es muy atinada. En la mayoría de los casos que he conocido, no es que haya primado, es que sólo ha importado la confianza. El ver que se asciende y promociona al amigo de la infancia o al arribista pelota -que tiene la inteligencia de ver la debilidad del líder por el halago- es de lo más frecuente pese a que, en la gran mayoría de los casos, no son los más competentes ni los más capacitados.
Es cierto, además, que crea frustración, desmotivación y descreimiento en el resto del personal, amén de reflejar una imagen negativa del directivo, nepotista, inseguro e incapaz de asimilar la crítica ni al crítico. Por cierto, suele tener la penitencia en el pecado, puesto que la falta de capacidad de sus colaboradores conlleva mayor carga de trabajo al no poder delegar satisfactoriamente.
Se suele decir que cuando dos personas piensan lo mismo en una organización, sobra una de ellas. Pero yo todavía he visto pocas veces -ninguna realmente- que se ascienda o se escoja como colaborador a un crítico o a alguien que no muestre una total adhesión al jefe.