13 May DESDE SILICON VALLEY
Queridos emprendedores y familias empresarias,
No deja de llamarme la atención los contrastes que, como europeo de contexto latino, experimento cada vez que acudo a San Francisco y sus famosos alrededores.
Desde final del Siglo XIX, con la llegada de la fiebre del oro, esta región del planeta tiene una bien ganada fama de pionerismo y carácter innovador. Los Sam Brannan, Domingo Ghirardelli o Levi Strauss fueron algunos de los primeros emprendedores que se enriquecieron al calor de la colonización de California en busca del preciado metal.
Si bien, con visión española, ese gen emprendedor se le podría atribuir también al franciscano Fray Junípera Serra que estableció una primer asentamiento en lo que hoy es San Diego, 1.769, para continuar explorando hacia el norte y fundar San Francisco en 1.776 donde fundaron una primera misión en honor a San Francisco de Asís.
“La Península”, como denominan orgullosos sus sofisticados habitantes de hoy, constituye un potente ecosistema emprendedor donde se concentran en unos pocos kilómetros cuadrados talento, ideas, capital y academia. Específicamente el acceso al capital es, cuando menos de entrada, obvio. El dinero no es un arcano que haya de ser buscado en complejos laberintos. Paseas por la calle y encuentras en cada edificio la sede de fondos y fondos ávidos de buenas ideas. El acceso a la formación es sencillo, entras en Stanford con naturalidad y en la atmósfera percibes inmediatamente la conexión obvia entre academia y mundo corporativo. Por no decir del talento: oleadas de brillantes cerebros multirraciales acuden cada día a picar código en tantas otras compañías de vanguardia.
En Silicon Valley hay un turismo de tecnología con oleadas de visitantes accediendo a sus “vaticanos”: Apple, Google, Facebook, Tesla,,…. Se respira futuro. Te cuentan, hasta donde es público, el nuevo gadget de Apple o el nuevo servicio de Google que, una vez más, va a cambiar nuestras vidas.
Como decía al principio esta atmósfera contrasta con el turismo de museo y catedral que se ofrece en tantos países de Europa o Latimoamérica. Leo recientemente que en Venecia es tal el boom del turismo que van a poner tornos, como en los estadios de fútbol, para controlar el acceso a su imponente entorno que huele a cultura, a humanismo, pero también a pasado con su bello languidecer.
En los Sturbucks de Silicon Valley las conversaciones giran en torno a emprender y a dotar de velocidad exponencial de crecimiento a las compañías ya consolidadas. No escucho lo mismo en los bares o peluquerías de Madrid donde el foco está en la Copa de Europa o en las “hazañas” de las nuevas “celebrities” creadas por la tele. Ya lo decía Rosendo: maneras de vivir…
Lo que aconsejo es traducir bien lo aprendido en cada lado del atlántico. Me sorprende que hoy la métrica de tanto nuevo emprendedor sea captar fondos más que captar clientes. Poner el foco en la valoración cuando ni siquiera germinó el proyecto empresarial. Hablen con emprendedores, incluso de éxito, sobre cuándo vender sus compañías y advertirán que las prisas siguen siendo malas consejeros. Poner foco en desarrollar negocio más que en levantar rondas y rondas puede tener premio.
Más allá de eso. Las empresas necesitan liderazgo que ejerza el control. Me refiero a la capacidad de uno, o unos pocos, de poder desarrollar la visión con la que se ha construido la compañía y sobre la que se sustenta el éxito de la misma. Ese control se va a perder en rondas locas si no se hacen las cosas con cabeza. “Momento napoleónico” lo llamamos por aquí.
En suma, enfrentamos dos modelos, la punta de vanguardia de ciertos territorios de USA con la cacareada vieja Europa. Velocidad emprendedora vs los valores del humanismo. Posiblemente en la síntesis de los dos modelos encontremos la base para ese anhelado mundo mejor. Esta imagen, que sigue valiendo mucho más que tantas palabras, sintetiza mi reflexión de hoy. La sinergia de la tradición y la innovación.
Hasta pronto. No dejes de esforzarte por ser muy feliz que, al final del día, es lo más importante para ti y los que te rodean.
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