CREDIBILIZARSE: MARCA, REPUTACION Y DIPLOMACIA PERSONAL

CREDIBILIZARSE: MARCA, REPUTACION Y DIPLOMACIA PERSONAL

Queridos emprendedores,
Sabéis la enorme importancia que le doy a los aparentemente intangibles en la dirección de las empresas, en general, y de las familiares en particular. El complejo contexto empresarial de hoy obliga a sofisticar los niveles de gestión. Por eso defiendo que hay que atender tanto la agenda de asuntos urgentes, lo que nos suele fluir de un modo muy natural, como los importantes, lo cual demanda subirnos periódicamente a la atalaya de la reflexión estratégica y organizarnos nuestros “momentos napoleónicos”.
En particular hay dos conceptos que están cada día más en boga como son la reputación y la diplomacia corporativa. Porque las organizaciones (empresas, instituciones o países) han entendido que la reputación es una efectiva palanca de creación de valor. Dicho de un modo más contundente, es un activo que generar valor económico. Estamos en la era de Quinta Cuenta de Resultados, donde no vale ya solo con remunerar al accionista sino que hay que tener una visión mucho más completa para atender los requerimientos de todos los stakeholders con quienes se interactúa. Si desatiendes a cualquiera de ellos te expones, por ejemplo, a que un simple cliente mal atendido suba un vídeo a Youtube y destrozar la reputación de una compañía con los serios inconvenientes que se va desencadenando una vez echado a andar el proceso.
Del mismo modo que comentamos paras las instituciones creo que también los individuos debemos cuidar especialmente nuestra imagen. Posiblemente, a diferencia de lo que ocurre con las empresas, es muchas veces el único o principal activo con el que contamos.
Siempre me ha gustado pensar que, con independencia de que trabajemos por cuenta propia o ajena, debemos cuidar mucho a nuestros clientes. Ponernos mucho en sus zapatos para satisfacer sus necesidades. Que sientan que les aportamos valor por aquello que nos pagan, que hay una justa ecuación de canje. Si trabajas por cuenta propia parece evidente lo que digo. Pero también para los asalariados. La empresa para la que trabajas puede ser tu único o nuestro mejor cliente, por lo que cobra todavía mucho más interés la idea que te comparto. Como dice Tom Peters, “somos el CEO de nuestra empresa, de nuestro YO, S.A”. Así que tenemos que empezar por credibilizarnos, por ganar reputación personal y por practicar la diplomacia.
Hace poco un amigo, ejecutivo de una firma multinacional, me llamó para comentarme que dejaba su puesto para irse con una antigua jefa que estaba emprendiendo un proyecto nuevo. Le pregunté qué le movía a cambiar. No dudó un instante. “Manuel, creo ciegamente en esta persona”. El poder de la credibilidad. La atracción de la credibilidad.
Podemos abordar el proceso de la reputación personal a tres niveles:
-Tu propia credibilidad: La credibilidad profesional se va consolidando a través de una mezcla de experiencia y formación. Trázate tu propio plan estratégico con esta misión como objetivo fundamental. No dejes de invertir en ti mismo. No dejes de aprender nunca. Debes formarte para ser el líder que se espera de ti. El gran gurú y padre del management, Peter Drucker, insistía en que el liderazgo “se puede y se debe aprender” Piensa que cada cada evento al que acudes, cada reunión que tienes, cada curso que haces, cada entrevista que concedes a la prensa, cada entrevista con un candidato a entrar en tu compañía, cada presentación a un cliente, cada negociación con un proveedor, cada conversación aparentemente intrascendente con tu compañero de asiento en un avión,…. son oportunidades para crearte una buena imagen. Para ir fabricando tu reputación personal. Ve con esa mentalidad proactiva por la vida

-La credibilidad con tu equipo pasa por manejar conceptos como la ejemplaridad, la generosidad , la equidad o la coherencia en todo lo que supone manejar personas que están en tu ámbito de influencia
-La credibilidad hacia el entorno se gana cuando aplicas la máxima de John D Rockefeller quien aseguraba que “reputación es hacer las cosas bien y que se sepa”. Muy directa la recomendación que debe servir de guía en la acción diplomática individual. De nuevo sugiero ser muy incisivos en este territorio. Indudablemente el desarrollo de redes sociales facilita mucho esta acción diplomática.
En definitiva debemos trabajar con rigor y pensamiento estratégico en la construcción de nuestra reputación porque es nuestro gran activo. Ya lo decía el gran Miguel de Cervantes, “más vale el buen nombre que las muchas riquezas”. Así que a la tarea, a credibilizarse.
Hasta pronto. No dejes de esforzarte por ser muy feliz que, al final del día, es lo más importante para ti y los que te rodean

3 Comentarios
  • Vicente Pechuan AMP2009
    Publicada a las 19:07h, 04 noviembre Responder

    Hola,

    Me ha gustado mucho, totalmente de acuerdo con este blog, te felicito, hoy lo has bordado.

  • Marian
    Publicada a las 16:24h, 11 noviembre Responder

    Completamente de acuerdo con el análisis del artículo. En un momento como el actual de desarrollo de las tecnologías todo el esfuerzo que se ha puesto durante muchos años para lograr una buena reputaciòn,se puede ver amenazado por un simple error.
    Pero ¿ cómo lograr que todos los miembros de una compañía comprendan que los conceptos de reputación y diplomacia corporativa son fundamentales?.
    Los retos a los que se enfrentan las empresas en especial las pymes familiates son demasiado pesados.
    Hay que lograr que el mensaje cale.Seguiremos luchando.

  • Manuel Bermejo
    Publicada a las 21:12h, 11 noviembre Responder

    Marian, mucha comunicación para conseguir el anhelado alineamiento estratégico, en la teoría y en la práctica cotidiana

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