04 Jun SUCESIÓN, ABDICACIÓN…. Y ¿EL PROYECTO ATRACTIVO?
Queridos emprendedores y familias empresarias,
Las empresas, naciones o instituciones fuertes combinan sabiamente valores tradicionales con innovación adaptativa. Como las empresas somos sus personas parece lógico que, para cumplir esa máxima que defiendo y que trae al terreno del management las tesis darwinistas, asistamos a procesos de evolución de liderazgos y personas.
Desde ese punto de vista la abdicación del Rey de España anunciada el ya histórico 2 de Junio de 2.014 me parece impecable. Si no te sientes con fuerzas, ilusión o preparación para abordar un tiempo nuevo me parece inteligente y generosa la postura de echarte al costado y dar paso a quien aglutina esas capacidades.
Si analizamos esta abdicación en clave de proceso sucesorio de una empresa familiar, parece también a priori que las características del sucesor son las adecuadas. Llega el todavía Príncipe con un largo bagaje en el que ha conjugado formación académica y experiencia en los quehaceres propios del cargo que permiten aventurar que está listo para la tarea. Cabe pensar que todo este amplio bagaje le lleve a actuar siempre bajo la más absoluta ejemplaridad, como requiere el rol de liderazgo.
Hasta aquí todo parece de manual. Ahora bien, en un proceso sucesorio, y más como éste que se ha preparado con tiempo y sin mediar que sepamos factores exógenos que precipiten el proceso, falta un elemento sustancial: Cuál es el nuevo proyecto? Dónde vamos?
El estudio de las empresas familiares exitosas por generaciones demuestra que han contado en todo momento con un líder emprendedor al frente capaz de construir un relato atractivo que ha constituido la base de los sucesivos impulsos que ha experimentado la organización.
El Proyecto España 1.975 que lideró el Rey Juan Carlos tuvo como bases nada menos que la transición a la democracia, la modernización del país y la apertura al mundo tras décadas de oscura dictadura. Sin duda un proyecto que movilizó ilusiones a caudales. Se sumaron al proyecto las generaciones de los años 30, 40 o 50 y desde la sociedad civil muchos de los mejores se apuntaron para contribuir a la tarea en la política, los sindicatos, el empresariado, los liderazgos sociales,….
Definitivamente de ese proyecto queda el buen recuerdo y la nostalgia. Muchos de los que lo hicieron posible ya no están entre nosotros. Pero ahora hace falta un nuevo Proyecto España 2.014 que ilusione a la generación de los 60, 70 u 80 y que ayude a dar un nuevo salto al país para los siguientes 25 años, por poner una cifra redonda, y dejar un mejor país a nuestros hijos, como hicieron nuestros padres. Un proyecto que desde la ilusión genere orgullo de pertenencia, como ocurre en las admirables empresas familiares centenarias que se cohesionan en torno a un proyecto y unos valores compartidos. Un proyecto diseñado con altura de miras y visión para colocar a España en un lugar en este nuevo mundo marcado por el enorme protagonismo del binomio globalización y economía digital. Un proyecto que trate de conciliar los logros del estado del bienestar en materias como educación, sanidad o pensiones con la necesaria competitividad que hoy día requieren los países. Un proyecto que ayude a aprovechar este boom emprendedor para construir las multinacionales españolas de los próximos 25 años, el mejor garante para la creación de empleo, riqueza y bienestar. Un proyecto que articule definitivamente un modelo de nación porque no podemos estar constantemente gastando energías y tiempo a problemas no resueltos. Un proyecto que ayude a que regrese la excelencia a la política y, en sentido amplio, a la vida pública. Y puestos a soñar, ¿por qué no pensar en un Proyecto Iberia que haga del sur de Europa el espacio emprendedor y dinámico que requieren estos nuevos tiempos? Dado que mi propósito siempre ha sido que este blog sea un espacio para compartir ideas, propias o ajena, os dejo unos párrafos de un reciente artículo publicado por mi buen amigo, Carlos López-Ibor, sin duda gente emprendedora de calidad. Un texto con mucho calado y que suscribo “Desde hace tiempo, cuando hago una reflexión sobre mi nacionalidad, me doy cuenta que una vez más voy a contracorriente, ¿o no…?. Tres de mis abuelos eran catalanes y uno valenciano. Mi madre de Barcelona y mi padre de Tarragona, y yo madrileño, pero muy del Barça y de La Roja. Además, me siento mediterráneo. La mayoría de los olores que identifico con mi infancia son claramente mediterráneos, soy un enamorado de ese mar, su historia y su cultura. Pero también me siento atlántico…y cada vez más. Y muy del Sur, porque me gusta más el calor que el frío, aunque mis mejores amigos están en el Norte…y alguien me dijo un día, y es un amigo muy solvente intelectualmente, que tu nación está donde están tus amigos. Pero la tierra que ha acogido con generosidad y en la que crece mi familia es Castilla. Castilla, generosa y abierta como la que más. Por ello, también soy muy castellano. …..
Por otro lado, soy empresario desde hace más de veinticinco años y contemplo un mundo cada vez más global pero menos uniforme, percibiendo muchas veces que las barreras son más mentales que reales y que, indudablemente, en la mayoría de los casos la unión hace la fuerza…
Pienso que por ello, cada día me siento más ibérico, porque también me gusta Europa y no creo en una Europa de 27, 28 ó 29, sino en una Europa de grandes espacios de convivencia y de intereses comunes; Centro Europa, Norte Europa, Mediterráneo, Islas Británicas, Iberia, … Considero qué si no hacemos entre todos una Europa fuerte y creo que sólo se puede conseguir desde la unidad y la cohesión, pasaremos de ser la referencia en muchos temas a una comparsa sin una efectiva influencia en el mundo. En este sentido Iberia me parece un lugar apasionante, para avanzar de otra manera. Entender los Estados como marcos nacionales de convivencia adaptados a los nuevos entornos, desde la fortaleza de la legalidad y la democracia. Donde la sociedad civil de un paso adelante y manifieste de una manera clara sus inquietudes. Donde los ciudadanos tengan unos derechos consolidados, pero también unos deberes implícitos mayores que los actuales. Donde el crecimiento esté unido a la sostenibilidad de una manera natural. Donde la especulación de paso a la productividad. Donde el orgullo de pertenencia se equipare al deseo de aglutinar e integrar sensibilidades diversas pero siempre compatibles. Me gustaría que la historia, la educación, la tecnología y el dinamismo social y económico fuesen los motores de este camino conjunto, desde la identidad preservada de cada nación, sin prejuicios, sin barreras y sin rencores, en construcción positiva, compartiendo muchas cosas, entre otras la capitalidad. ¿Una utopía o un futuro apasionante? Un futuro que enlazaría el Atlántico y el Mediterráneo y la senda natural de Europa hacia América y África. Sin destruir ni fragmentar nada, pero reforzando y ampliando los espacios que más nos pertenecen”.
Ojalá sea el futuro Felipe VI el líder emprendedor que, desde las escasas atribuciones que le otorga la normativa legal y el sentido común de una monarquía parlamentaria cuya soberanía reside en el pueblo representado por las Cortes, desarrolle la necesaria influencia para construir ese relato atractivo tan necesario.
Hasta pronto y no olvidéis ser muy felices, lo más importante para vosotros y quienes os rodean
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