CODICIA

CODICIA

Queridos emprendedores,
Buceando ayer por la red leí una jugosa entrevista jugosa del escritor Mario Vargas Llosa de la que extraigo este párrafo en alusión a la tan cacareada crisis:
“Esta crisis no es una crisis, digamos, puramente financiera. Detrás de la conducta de los grandes banqueros, de los grandes empresarios, hay una moral degradada, profundamente depravada por la codicia. Y esa es una forma terrible de incultura. De eso hablaban todos los grandes pensadores liberales, desde Adam Smith hasta Hayek o Popper. Decían: la libertad, que es el gran instrumento del progreso, si no viene sólidamente fundada, sostenida, por una espiritualidad y una cultura rica, creativa, crítica, en constante renovación, puede llevarnos al abismo”.


No puedo estar más de acuerdo con el maestro peruano. Vengo hablando desde hace tiempo de la triple crisis (financiera, económica y de valores) porque en el sustrato de lo que nos ocurre percibo una profunda pérdida de valores, propios de la caída de los imperios.
Reflexionemos sobre cómo afecta esta cuestión a los empresarios familiares. Es cierto que todos los empresarios somos ambiciosos. Buscamos muchas cosas además del dinero, que también nos mueve, no siempre como máxima prioridad. En la empresa familiar, por ejemplo, hay una enorme motivación por continuar la obra de los fundadores. El punto es identificar cuándo se llega a los límites peligrosos de la codicia, entendida en su más pura acepción del diccionario: deseo o apetito ansioso y excesivo de bienes o riquezas.
¿Se puede ser empresario sin codicia? ¿Cuáles son los límites de la ambición del emprendedor? Seguramente mucho nos pondríamos de acuerdo en un límite obvio: el cumplimiento de la ley. Más matizable sería el aspecto de cumplir con las normas éticas comúnmente aceptadas, porque es un concepto más laxo. Sin embargo hay aspectos mucho más de matiz. ¿Y si la ambición que deriva en codicia pone en riesgo la familia o las relaciones personales? ¿Y si la ambición desbocada me obliga a un ejercicio meramente táctico que puede poner en riesgo la sostenibilidad futura? ¿Y si esa espiral ambiciosa me lleva a alejarme de la prudencia en la gestión? Y tantos otros interrogantes que pueden surgir en las mentes de los inteligentes lectores del blog.
No son temas evidentes y creo merecen un ejercicio de pensamiento individual para todos los que tenemos responsabilidades empresariales.
El próximo post será dedicado a las mamás como os prometí. Necesito el sosiego del fin de semana para acabar de inspirarme.
Hasta pronto, sed muy felices que es lo verdaderamente importante y espero vuestros comentarios!!

2 Comentarios
  • Jaime izquierdo
    Publicada a las 19:13h, 24 septiembre Responder

    Estimado Manuel,

    Aún recuperándome de la emoción de tu último post, leo éste que efectivamente tiene mucha miga. En mis charlas suelo nombrar a Josep Burcet; a mí me gusta precisamente por su idealismo. Creo que en un espacio tan reducido como éste no merece la pena entrar a comentar el tino de sus predicciones o incluso su conveniencia. No sé, es un romántico y por eso le aprecio. Te invito a mirar esta página:

    http://www.burcet.net/par_interac/tcs_aprender_a_ganar_cap_5.asp

    Posiblemente tengas que registrarte con tu e-mail para verla. Pero merece la pena, abre un debate precioso.

    Buen fin de semana y dos fuertes abrazos,

    Jaime

  • Manuel Bermejo
    Publicada a las 19:55h, 24 septiembre Responder

    Jaime, muchas gracias por tu presencia en el post y por aportarnos nuevas fuentes donde seguir explorando ideas. No sé si seré un ingenio idealista pero creo que las cosas tienen límite, que no vale todo. Por eso invito a reflexionar a la clase emprendedora que nos sigue en este blog porque la economía no se cambia a golpe de decreto ley sino porque cada cual, en la la parcela que nos toca, seamos capaces de aportar algo diferente. Solo así habremos demostrado aprender las lecciones de esta crisis tan severa con la que convivimos. Ya sabes, lo del ser humano y las piedras del camino…

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